Powered By Blogger

lunes, 25 de abril de 2011

GANDHI: Sobre la verdad



REFLEXIONES SOBRE LA VERDAD


Mis sueños no se ciñen a sentimientos inconsistentes: hago lo posible para con­vertirlos en realidad.

*
No soy otra cosa que un buscador de la verdad. Considero que encontré un sende­ro que me conduce hacia ella, y hago todo lo posible para concretar mi propósito. Aunque confieso que no la alcancé todavía. El hecho en sí de descubrir la verdad signi­fica que uno ha alcanzado la perfección y ha cumplido su destino. Conozco bastante bien mis lamentables defectos, pero toda la fuerza me viene de tal conocimiento.

SOY UN SER INVENCIBLE


Tal vez sea digno de desprecio, pero dado que la verdad se sirve de para expresar­se, soy un ser invencible... Finalmente, se­senta años de lucha me han permitido rea­lizar el ideal de verdad y de pureza que me había fijado desde el comienzo.
*
La fortaleza no brota de una capacidad física, emana de una voluntad indomable. Una persona que haya realizado el princi­pio de la no violencia, tiene como "arma" una energía concedida por Dios, y el mun­do todavía no conoció algo que pueda equipararla.
*
Olvidé casi toda la enseñanza que mis maestros sacaron de sus libros, pero re­ cuerdo muy bien todo lo que me enseña­ron fuera de sus manuales

REFLEXIONES SOBRE LA VERDAD


Hay diferencias entre la no cooperación y la desobediencia civil, pero son ramas dei mismo árbol que denomino satyagraha [fuerza de la verdad]. Para ser "civil", esa de­sobediencia debe ser abierta y no violenta.
*
No cooperar con el mal es tanto un de­ber como la cooperación con el bien. La acción no violenta sin la intervención del corazón y la cabeza no puede producir el resultado que se busca.
*

No hay belleza sin verdad. Por otra par­te, puede ser que la verdad se manifieste de modo tal que, externamente, no revele belleza alguna. Dicen que Sócrates era el mayor amigo de la verdad en su época y, entretanto, consta que sus facciones eran Ias más feas de Grecia. En mi opinión, él era bello, porque toda su vida estaba em­peñada en la búsqueda de la verdad.

LA BELLEZA VERDADERA


La belleza verdadera consiste, sobre to­do, en la pureza del corazón. El arte, para ser arte, debe promover la serenidad. Quiero un arte y una literatura que puedan hablarles a millones de hombres.
*
Su yo fuera un dictador, exigiría la sepa­ración entre la religión y el Estado. Mi ra­zón de vivir emana de la religión. Por ella, estoy dispuesto a morir. Pero se trata de un asunto puramente personal. El Estado nada tiene que ver con ello. Su territorio es el del bienestar, la salud, las comunicacio­nes, los asuntos extranjeros, la hacienda y demás problemas netamente temporales. No tiene que preocuparse de tu religión o Ia mía. Este es un asunto de cada uno.
*
La vida es la mayor de todas las artes. Quisiera ir más lejos y decir que el hombre que más se acerca a la perfección es el mayor artista. Pues, ¿qué sería el arte si le faltaran el cimiento y la estructura de una vida noble?
*

Estoy contra la violencia porque sus apa­rentes ventajas, a veces impresionantes, no son más que temporales, mientras que el mal que ocasiona deja sus huellas para siempre. Aunque se matase a todos los in­gleses sin excepción Ia India no sacaría de eso el mínimo provecho. No será la matan­za de todos los ingleses lo que librará de su miseria a millones de hombres. La respon­sabilidad de nuestra situación actual nos incumbe mucho más que a los propios in­gleses. Ellos no podrían hacernos el menor mal si en nosotros todo fuera bueno. De allí mi insistencia en que nos reformemos interiormente a nosotros mismos.


HAY UNA SOLA RELIGIÓN

Así como un árbol tiene un único tronco pero muchas ramas y hojas, así hay una sola religión -la humana- pero cual­quier cantidad de expresiones de fe.
*
El devoto de la verdad jamás debe hacer nada por mero acatamiento a las conven­ciones reinantes. Debe estar siempre pre­dispuesto a corregirse, y cuando descubra que está equivocado, tiene que confesarlo a toda costa y pagar por ello.
*
No soy muy culto, conozco poco la lite­ratura y no he visto mucho mundo. Con­centré mi atención en escasas cosas, y ex­cluí todo interés por lo demás.

Evitemos la intimidad con aquellos cuyas costumbres sociales sean diferentes a las nuestras. No se debe entrelazar la vida con la de hombres o pueblos cuyo ideal está en desacuerdo con el nuestro. Cada hom­bre es un arroyo. Cada hombre es un río. Y todos y cada uno deben seguir su curso, límpidos y sin mácula, hasta tanto lleguen al mar de la Salvación, donde todos ha­brán de mezclarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares