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jueves, 5 de mayo de 2011

 El valor de la vida


En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si podía
divulgar el secreto de su maíz, que ganaba el concurso al mejor
producto, año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos.

- "¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si
usted también entra al mismo concurso año tras año?" preguntó el
reportero.

- "Verá usted, señor," dijo el agricultor.

- "El viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembrío a otro.
Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la
polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar buen maíz debo ayudar a que mi vecino también lo haga".

Lo mismo es con otras situaciones de nuestra vida. Quienes quieran
lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos.

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