Entusiasta de la música de baile, el hip-hop y el trance, remezclador, ensayista, guitarrista de metal, fanático de la informática, compositor de bandas sonoras y mago de la tecnología. Militante vegetariano y defensor de los derechos de los animales. Es abstemio, no fuma, ni toma drogas. Tiene fama de ascético, pero se confiesa adicto a la pornografía. Todo esto y mucho más es Moby, ¡además de cristiano! Está en todas partes y hace de todo.
Nuestro mundo no hay duda que es cada vez más complicado. En esta época post-moderna las etiquetas parece ser que cada vez significan menos. Algunas son sorprendentes, otras absolutamente lógicas, pero éste hombre es como si se hiciera todo para todos. Busca una causa humanitaria y Moby forma parte de ella. Piensa en un género de música y Moby lo habrá hecho. Mira una marca comercial, y Moby habrá puesto fondo a su publicidad. Pero ¿quién es Moby de verdad?.
Descendiente del autor norteamericano del siglo XIX de origen puritano-calvinista, que escribió Moby Dick, Richard Melville Hall nació un 11 de septiembre, pero de 1965, en el barrio neoyorquino del Harlem. Apodado Moby desde la infancia, su padre murió cuando tenía dos años en un accidente de coche relacionado con el abuso de alcohol. Su madre le llevó entonces a Danbury, Connecticut, donde le da una educación liberal. Elizabeth Hall era una hippie trabajadora que fumaba marihuana, pintaba y andaba con músicos. Llevaba a Moby a conciertos, clubs y comunas, pasando el famoso verano del amor de 1969 en San Francisco.
A los 13 años Moby aprendió a tocar la guitarra y dos años después forma su propio grupo de punk al estilo de la nueva ola. Lo llamó Los Comandos Vaticanos. Cuando acabó la escuela secundaria en 1983, grabó su primer disco, Escuadrón de Ataque para Dios. Comienza entonces la moda house y se hace pinchadiscos, mientras juega con sonidos electrónicos. Un nuevo sello llamado Instinct le contrata, comenzando a actuar en clubes ahora desaparecidos, bajo el nombre de La Fraternidad. Es uno de sus muchos pseudónimos. El más conocido tal vez es Hijo del Vudú.
El año 91 llega sorprendentemente a las listas de éxito del Reino Unido con Go, una versión de la banda sonora de la serie de televisión Twin Peaks. Empieza entonces a remezclar la música de estrellas del pop como Michael Jackson, Depeche Mode o los Pet Shop Boys. Ficha el año 95 por una multinacional, pero hace un extraño disco que combina el trance con el punk, en medio de suaves canciones, casi acústicas. Con su álbum Todo está mal decepcionó al público de las pistas de baile. Combina así los sonidos de guitarra más agresivos con cortes de relajante ambiente instrumental.
Moby hace un disco el año 97 sobre los Derechos de los Animales, en medio de graves ataques de ansiedad. Su depresión se complica, cuando a su madre se le diagnostica un cáncer de pulmón, del que morirá algo después. Hace entonces un álbum orquestal con el nombre de Hijo del Vudú, que se llama El final de todo. Continúa con las bandas sonoras de películas, pero se plantea dejar la música, visto el repetido fracaso de sus últimos discos. Sentado en un parque de Nueva York en 1999, piensa en estudiar arquitectura, sin saber que acaba de hacer su mayor éxito, Play, un original álbum que combina el blues y el gospel a capella con arreglos electrónicos, que se escucha en innumerables anuncios de televisión.
ENAMORADO DE CRISTO
El nombre de Jesús aparece con frecuencia en los labios de Moby. Canta al Hijo de Dios y aprecia los viejos espirituales del gospel. Tiene fama de ser cristiano, pero como en todo lo que dice él, hay una mezcla de verdad y propaganda, convicción y confusión. Dice “amo a Cristo”, pero en la misma entrevista con una revista semanal de Los Ángeles, en 1999 quiere “dejar claro que no soy un cristiano nacido de nuevo”. Ya que “no soy nada”, dice Moby, “no quiero definirme de ninguna manera, no veo por qué tengo que hacerlo y para qué serviría”. Por un lado afirma “no cristiano”, pero al mismo tiempo asegura: “Amo a Cristo”.En 1996 Moby había hecho un CD promocional en el Reino Unido con una entrevista en que le preguntaba: “¿Por qué dice tu disco “gracias a Jesucristo”? Su respuesta fue: “En mi propia extraña manera, soy cristiano, en el sentido de que amo realmente a Cristo y pienso que su sabiduría es la más fuerte y superior que he conocido. Creo que su descripción de la condición humana es la mejor que he encontrado. Y aunque intento vivir según las enseñanzas de Cristo, muchas veces fracaso. No me consideraría necesariamente cristiano, en el sentido convencional del término de ir a la iglesia o de seguir una creencia cultural, pero amo de verdad a Cristo y le reconozco, hasta donde puedo entender, como Dios.”
Aunque fue educado con una cierta influencia presbiteriana, Moby ha dicho a la revista Rolling Stone que descubrió el cristianismo, a la vez que la masturbación, cuando tenía trece años. Como estudiante de filosofía en la Universidad de Connecticut, se inició en una fe algo más profunda y menos motivada por la culpa. Vivía solo en una calle ruinosa de Stamford, rodeado de iglesias. Le gustaba escuchar la música gospel los domingos por la mañana, pero tenía miedo a entrar en el culto. Hasta que se hizo amigo de un pastor juvenil, que le animó a leer el Nuevo Testamento. Quedó entonces enamorado de Cristo y su enseñanza. Su primera reacción fue convertirse en lo que llama “un cristiano conservador convencional”. Leía la Biblia, asistía a una iglesia congregacional e intentaba convertir a la gente.
TODO ES TAN COMPLICADO
A principios de los noventa, Moby ya dijo que “empezaba a ver el mundo como realmente es, un lugar muy complicado”. Por mucho que amara a Cristo y admirara sus enseñanzas sobre la humildad, el perdón, la compasión y la paz, decidió que ya no podía identificarse como cristiano. “Porque llamarse cristiano implica una seguridad que yo no tengo”. Preguntado ahora por el diario El País, por qué su vida está tan llena de contradicciones, Moby contesta: “Soy un verdadero cristiano, pero también me gusta emborracharme y tener sexo”. Ya que “el mundo en que vivimos es muy complicado”.“A un nivel muy personal”, dice Moby en esa entrevista a la revista semanal de Los Ángeles, “odio la idea de un Dios que castiga”. Ya que uno es “castigado por sus pecados, cuando la vida es dura, corta, brutal y difícil”. Porque ¡la gente ya se siente mal, tal y cómo es!”. En su ensayo sobre los Derechos de los animales, el músico recuerda las palabras de Cristo, “no juzguéis, para no ser juzgados”, para desafiar al cristiano “a ocuparse de su propia salvación con temor y temblor”, pero “no preocuparse de los supuestos pecados de otros”. Su religión parece ser ahora la tolerancia, unida a una extraña aceptación de sus dudas.
“Una parte de mí, envidia a las personas que se pueden definir, estricta y convenientemente, pero yo no puedo”, dice. “Mi sentido de identidad está ahí, pero bastante nebuloso”. A pesar de su militancia marxista en el pasado, su fervor vegetariano y adicción a la pornografía, Moby insiste sobre todo en la ambigüedad. Un pastor que le conoce en Nueva York, Paul Raushenbush, dice que ha llegado a la conclusión de que no puede llamarse cristiano, mientras muestre esa ambigüedad. Pero “oro todo el tiempo”, dice Moby. Pide: “sencillamente que se haga la voluntad de Dios y no la mía”. Él espera que Dios responda así a sus oraciones, ¡y yo también!...
TOMADO DE WWW.ENTRELINEAS.ORG. REVISTA DE ARTE Y FE.
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